Hace semanas en México el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) difundió un magnífico estudio sobre la magnitud de las clases sociales que rompió el mito del crecimiento de la llamada clase media. Con base en indicadores “duros” y apoyados en los muchos estudios que se realizan en ese instituto, se determinó que 42% de los hogares y 39% de la población pertenecen a la clase media.
Algunas de las características que el INEGI encontró en las clases medias se muestran en el siguiente cuadro:
Autoclasificación
En CONSULTA MITOFSKY decidimos ir al siguiente nivel y medir más allá de las medidas concretas; preguntar a 1,000 mexicanos sobre su sentimiento de pertenencia a la clase media, alta o baja.
· Mientras que el INEGI clasifica al 39% de las personas como de clase media, el sentimiento de pertenencia a esta clase sube a 53%, aunque la mayoría inclinados a ser de clase media baja.
· La sobrestimación de la clase media en la autoclasificación, se hace a costa de la clase baja, que pasa de 59% en la estimación del INEGI a sólo 42% en la declaración ciudadana.
· Analizando el comportamiento de esta autoevaluación, observamos que como pertenecientes a la clase “alta” siempre se han manifestado entre 1% y 2%, pero el resto de las clasificaciones sí tienen variaciones.
· El porcentaje que se dice clase “baja” es menor en 2009, cuando fue superado por el que mencionó ser de clase “media baja”.
Existe un diferencial en la autoclasificación que hace el ciudadano en las zonas rurales y el de las zonas urbanas:
· Mientras en regiones urbanas 17% dice ser de clase alta o media alta, este porcentaje es sólo de 4% en la zona rural.
· Por el contrario, 71% de los ciudadanos rurales se dicen de clase baja, muy por arriba del 35% que dice pertenecer a esa clase en el ámbito urbano.
La encuesta permite analizar cinco regiones del país y podemos ver grandes diferencias entre ellas.
· La zona con menos proporción de clase baja declarada por el mismo ciudadano es el noreste y la mayor el sur.
· El noreste no sólo es el que menos clase baja tiene sino la región que más clase alta muestra en el sentir de sus ciudadanos.
Evidentemente, la escolaridad del padre de familia influye no sólo en el ingreso de las familias promedio sino en la percepción del estrato socioeconómico al que se pertenece y es un gran diferencial; por ejemplo, cuando el jefe de familia solamente llegó a cursar la educación primaria, 63% de los habitantes del hogar dicen ser de clase baja, y cuando llegó a tener estudios universitarios, ese porcentaje es seis veces menor (10%).
Existe, en la Asociación Mexicana de Agencias de Inteligencia de Mercado y Opinión (AMAI), un algoritmo que clasifica a las viviendas en estratos socioeconómicos de acuerdo con características de esas viviendas y de sus habitantes, y en la gráfica 7 nos propusimos ver la correlación entre esa clasificación y el sentimiento de pertenencia, y encontramos algunas sorpresas:
– 51% de los habitantes en viviendas clasificados en los tres niveles altos (A/B/C+) por la AMAI, se clasificaron a sí mismos como de clase baja (9%) o media baja (42%).
– Los niveles “medios” (C/D+) de la AMAI poseen coincidencia con la percepción (66% así se clasifica), aunque 3 de cada 10 se dicen de clase baja.
– Los niveles socioeconómicos bajos (D/E) del algoritmo AMAI parecen reproducir la realidad, ya que 92% dice pertenecer a clase baja (60%) o media baja (32%).
Perfiles
– Quienes dicen ser de clase alta son un grupo de alta escolaridad (58% de los jefes de familia son universitarios) y 96% de los que se dicen de clase baja habitan en un hogar cuyo jefe de familia no llegó a cursar la universidad.
– En la clase baja autoclasificada, 1 de cada 3 personas habitan en áreas rurales.
– 3 de cada 4 ciudadanos que se dicen de clase alta tienen teléfono fijo en su vivienda, 17 de cada 20 tienen teléfono celular y 7 de cada 10 cuentan con acceso a Internet.
– En cambio, en la clase baja sólo 27% reportó teléfono en su vivienda, 44% celular, y sólo 12% cuenta con acceso a Internet.