TENDENCIAS DE CONSUMO, Los niños del siglo XXI… Infancia en interfaz

Hoy los adultos nos preguntamos dónde están aquellos años, no tan remotos, en los que los niños jugaban más con menos objetos: carros, muñecas, trastecitos, canicas, pelotas y casitas que no tenían que comprarse en una juguetería ni ser de una marca específica. Hasta podían haber sido elaborados en casa por un familiar o por ellos mismos. Los pequeños se ponían la ropa que les compraban sus padres, aunque no quisieran, y si se portaban mal o tenían malas calificaciones se atribuía a que eran flojos o malcriados. La mayoría de ellos pasaba las tardes jugando en las calles, bajo el cuidado de mamá, y si había que acudir a la más alta autoridad, ésa la ejercía el padre. En pocas palabras, la infancia se podía definir por individuos en sus primeros años de vida, de los cuales se esperaba obediencia, dependencia, inocencia y docilidad mientras llegaban a ser adultos.

Hoy, ciertamente, los niños no encajan tanto en esa descripción, pues la frontera que separaba al niño del adulto se ha hecho cada vez más borrosa, tanto que de pronto se nos pierde.

Los niños actuales adoptan comportamientos y habilidades que antes sólo pertenecían al mundo de los adultos. Aunque no se puede generalizar –pues aún se conservan algunas características que definían la infancia–, sí es posible afirmar que los niños de hoy son capaces de imponerse frente a los adultos, quienes han cedido su autoridad. Esta pérdida se debe en gran medida a los cambios que ha generado una sociedad caracterizada por la tecnología, la información y el consumo. Así, estos niños crecen asimilando experiencias y saberes que a los adultos les costó años procesar. Pareciera que este “niño-grande” de hoy no necesitara del adulto, ni esperar a crecer él mismo.

Estamos pasando por una redefinición del concepto de infancia. El pedagogo argentino Mariano Nardowsky le llama “infancia hiperrealizada”, la cual se caracteriza por niños que manejan el internet, las computadoras, los 70 o más canales de televisión y los videojuegos. Ya no demandan la protección, guía o consejo de los mayores, tanto como la satisfacción inmediata de sus deseos adquiridos por la cultura mediática y digital. Los modelos ya no se encuentran en el pasado, sino en el aquí y ahora; y en lugar de depender del adulto, los niños de hoy son capaces de guiarlo en un mundo de caos de información y velocidad. Las brechas generacionales se están haciendo cada vez más difíciles de compensar por los cambios tan rápidos.

No es que los niños del siglo XXI sean más o menos inteligentes, sino que se comunican de otra manera.

tcablil2Contexto familiar

Carmen Guzmán, terapeuta familiar especializada en niños y adolescentes, nos explicó en entrevista que la problemática por la que pasa la generación infantil actual reside en diversos factores, pero el centro del desarrollo del niño sigue siendo la familia. Sin embargo, en el contexto del siglo XXI la estructura tradicional de familia se ha modificado; ya no es aquel prototipo en el cual era una generalidad que la autoridad la asumiera el padre, y la crianza, responsabilidad de la madre.

Hoy los roles que se ejercen en el hogar pueden variar. Vemos que muchos padres aún no encuentran cómo colocarse en la familia. Con la ampliación del rol de la mujer, la figura del “hombre de la casa” como organizador y autoridad se ha debilitado; mientras que la mujer trata de conjugar trabajo, carrera y la manutención del hogar, con el tradicional rol de ama de casa y madre.

En la actualidad hay un alto índice de familias monoparentales, sobre todo de mujeres que trabajan y son el sustento de la familia. Son mujeres u hombres solos que después de trabajar todo el día, llegan cansados a hacer labores del hogar; la responsabilidad completa de la crianza recae sobre ellos, y no tienen tiempo para hacerlo.

En muchos casos, la crianza se ha pasado a las escuelas, aunque ése no sea su propósito. Por ello, los niños se sienten abandonados o poco atendidos, pues no se les destina tiempo de calidad. Pasan horas frente a una pantalla: su “nana virtual”. Si los padres trabajan, al llegar a casa lo último que quieren es entrar en conflicto con sus hijos, y poner límites implica coerción. Para muchos padres, la culpa de su ausencia es un obstáculo para el ejercicio de su autoridad. Sin embargo, la imposición de límites es indispensable para el desarrollo de la niñez, porque le ofrece una estructura dentro de la cual puede crecer segura.

LA NANA VIRTUAL

Los seres humanos del siglo XXI pasamos largas horas frente a una pantalla, ya sea por necesidad o por vicio; sin que sea terreno exclusivo de los niños. La diferencia es que ellos nacieron cuando la era digital ya estaba en su apogeo, por eso se les denomina “nativos digitales”1.

Carmen Guzmán afirma que es poco lo que se sabe hoy en día sobre las consecuencias de haber nacido y sido criado en esta época, pues los primeros nativos apenas están llegando a la adolescencia. Lo que se sabe es que los medios sí repercuten en la formación y la conducta de los seres humanos.

Estos niños son usuarios permanentes de las tecnologías, y son tan hábiles que suele decirse que “ya traen el chip integrado”.

Absorben la información multimedia de imágenes y videos, igual o mejor que si fuera texto; consumen datos de múltiples fuentes; esperan respuestas instantáneas; están comunicados permanentemente y crean sus propios contenidos. Utilizan el acceso hipertextual en vez del lineal. Durante la niñez, el nativo digital ha construido sus conceptos de espacio, tiempo, número, causalidad, identidad, memoria y mente, en función de los objetos digitales que lo rodean, pues pertenecen a un entorno tecnológico.

Son tecnófilos consumados, debido a que por medio de la tecnología satisfacen la mayoría de sus necesidades de entretenimiento, diversión, comunicación e información. Muchos papás se sienten más tranquilos sabiendo que sus hijos están en casa, aunque permanezcan enchufados a una pantalla.

No obstante, Guzmán alerta que los niños pueden pasar, en promedio, seis horas diarias ininterrumpidas frente a una pantalla, y sin supervisión pueden llegar incluso a 14 horas, por lo que hay que considerar las repercusiones que puede tener el uso prolongado de la tecnología en el desarrollo del niño.

· La televisión. Mucho se ha dicho sobre este medio; las generaciones de hoy crecieron con él. Su influencia en la educación de los niños es ya conocida: en la medida en que pasen más tiempo frente a la pantalla, mayor será la influencia de los medios sobre su crecimiento. Si no se les pone atención a los niños y se ejerce control sobre el tiempo que dedican a la televisión, ésta puede convertirse en un patrón de desarrollo.

Los niños se acostumbran al televisor antes de aprender a leer y escribir pero, sobre todo, antes de saber hablar. Así se conserva la hegemonía del ver sobre el entender, que define al Homo Videns del reconocido sociólogo Giovanni Sartori.

Esta forma de desconectarse de lo real suele ser una conducta aprendida de los padres. Se asimila la televisión como compañía o como una forma de evasión ante los problemas cotidianos y, peor aún, ante la comunicación familiar; la tele es una excelente nana, un tranquilizador y un evasor.

·  Los videojuegos. Quien los juega puede introducirse en un mundo virtual y convertirse en otro personaje. En este mundo, el jugador forma parte de la acción y se transforma en el protagonista, en quien hace que esa realidad sea tan fascinante.

Por eso es una excelente forma de entretenimiento, pero hay que considerar que, por su propia dinámica, los juegos de video evitan la comunicación y la convivencia en el mundo real, ya sea con los amigos o la familia.

Además pueden generar adicción, desconexión con la realidad, crisis convulsivas en epilépticos, actitudes violentas en el día a día, aislamiento, soledad, infl amación de los tendones de las manos, interferencia en el desarrollo intelectual, bajo desempeño escolar, dolores de cabeza, irritación en los ojos, dolores musculares, vicios de postura, entre otros.

También hay aspectos positivos de esta actividad, como el desarrollo de habilidades y destrezas, pues agudizan los sentidos y favorecen la coordinación; propician la estimulación sensorial múltiple y audiovisual, ayudando a fijar la atención y afinar la coordinación mano-ojo; ayudan a seleccionar, memorizar y ejecutar una acción integral, lo que mejora la capacidad en la toma de decisiones y la tolerancia a la frustración; estimulan la perseverancia para el logro de objetivos definidos, la retención de conceptos numéricos, la identifi cación de objetos y de colores.

El problema está en el exceso, en que los niños dejen de hacer cosas importantes para su desarrollo por estar inmersos en los juegos de video.

· Internet. Los niños y jóvenes de hoy, en especial de nivel socioeconómico medio, tienen amplio acceso a las computadoras y al internet. En casa pueden pasar horas frente al ordenador, ya sea realizando sus tareas escolares o sólo navegando por la red, chateando, conviviendo en redes sociales. Ahí pueden disponer de información comercial, didáctica, documental y de entretenimiento, pero también ser susceptibles de hallar violencia, drogas o pornografía.

Pero ya no sólo acceden a la red a través de la computadora, ahora lo pueden hacer por medio de otros dispositivos, como celulares, consolas de videojuego portátiles o domésticas, y de las llamadas tablets.

El mundo virtual provee al niño de información rápida y comunicación directa con otros millones de jóvenes más allá de su limitado grupo social: aquí no existen espacios ni limitaciones, tampoco sexos, edades, caras ni gestos, simplemente la palabra escrita como el principal aliado de la comunicación. Los chats son muy atractivos por el anonimato que ofrecen, el cual da la oportunidad de expresarse libremente.

El lenguaje virtual posee ya toda una terminología y tecnicismos que lo hacen único y diferente, aunque hoy la videoconferencia permite tener contacto visual en tiempo real. Dentro del espacio de la red se desarrolla una realidad alterna que repercute tanto como puede hacerlo la realidad externa.

Hay que estar alertas de que, en la red, los niños y adolescentes puedan entrar en contacto con personas con quienes no se relacionarían en otras condiciones, personas peligrosas que puedieran llegar a obtener información del niño y usarla en su perjuicio.

Al relacionarnos a través del internet, se carece de uno de los principales filtros de la comunicación interpersonal presencial: la intuición. Hacen falta referentes como el tono de la voz, el lenguaje corporal o las expresiones del rostro, que nos permiten establecer la confianza y abrir la comunicación con el interlocutor.

EDUQUEMOS AL PEQUEÑO CONSUMIDOR

El proyecto MIRE (Método interactivo de Recepción Educativa) de la asociación A Favor de lo Mejor, con apoyo de AGNA (Agrupación Nacional de Anunciantes de México) ha sido creado con el fi n de enseñar habilidades clave de alfabetización mediática a los niños. Este programa aborda aspectos de la publicidad, tales como la construcción del signifi cado por medio de imágenes y sonido, la elección del público al que van destinados los anuncios, los procesos de producción y regulación de la publicidad, las diferencias de género, clase social, grupo étnico y estilo de vida, y el uso de las técnicas de publicidad digital dirigida a niños. El proyecto MIRE cuenta con videos educativos para edades desde preprimaria hasta tercero de secundaria. Incluye actividades para cada etapa escolar, manuales para el maestro o facilitador y videos de capacitación. El objetivo es educar al receptor –niños, jóvenes, padres y maestros– para que pueda aprovechar las nuevas tecnologías, así como los mensajes de los medios para su crecimiento personal. A través del desarrollo del juicio crítico y el discernimiento, con una base fundada en valores humanos, los niños como audiencia pueden elegir de mejor manera los medios que utilizan, al igual que los contenidos, los juegos y el tiempo que dedican a ello de forma libre y responsable, en su benefi cio.

A Favor de lo Mejor ofrece estos materiales a los padres, escuelas y a cualquier institución interesada en educación para medios; los puede obtener y utilizar cualquier persona interesada que se ponga en contacto con la asociación, tras una pequeña capacitación y el compromiso de utilizar los materiales para la educación de niños, padres y maestros. Para más información, consulta afavordelomejor.org

LA CULTURA MEDIÁTICA Y EL CONSUMO

Uno de los problemas que con más énfasis subrayan sociólogos de la infancia, es que los patrones de consumo desarrollados por la publicidad de las corporaciones habilitan a las instituciones comerciales como los profesores del nuevo milenio. Los padres ya no controlan las experiencias culturales de sus hijos, y esto pone en crisis su papel como portadores y transmisores de los valores y de la visión del mundo.

La infancia de hoy demanda inmediatez y satisfacción mediante el consumo, bajo la premisa: “No sé qué quiero, pero lo quiero ya”. La publicidad transmitida a través de los medios se dirige a los niños para despertar su interés por infinidad de productos o, peor aún, los convierte en cómplices para que influyan en las decisiones de compra de los padres. Ahora no sólo se siguen las pautas que ofrecen la escuela, la comunidad y la familia, sino que se someten a las indicaciones emitidas por los medios.

La lógica del consumo es: “se usa, se gasta, se tira”, y ésta repercute incluso en las relaciones entre los seres humanos.

Uno se cuestiona qué pasa con las aficiones de la infancia. No es raro ver niños repitiendo letras de canciones para adultos, y que nada tienen que ver con su experiencia. Las canciones hablan de amor y desamor, de sexo, de problemas sociales, de estados alterados de conciencia, y ya no existen ídolos musicales a los cuales seguir, salvo algunos fenómenos mediáticos efímeros.

De esta forma, los niños crecen en mitad de una confusión en la que el propio valor radica en lo que se tiene, más que en lo que se es. Pero no hay que olvidar que los niños no tienen poder adquisitivo, y que consumen en función de lo que les den sus padres, de la capacidad de cumplirles sus deseos y darles a manos llenas. Si se establecen límites, los niños aprenderán a distinguir lo necesario, del deseo que nunca es satisfecho. ¿Por qué dan tantas cosas los papás?, es el problema al que nos enfrentamos hoy en día.

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LA BRECHA GENERACIONAL

No es que los niños de hoy sean otros, lo que pasa es que están en otro escenario, en otra situación, viven cosas diferentes. Por ello, es preciso replantearse el concepto de cambio generacional, porque éste se está dando muy rápido. Las tradiciones y conocimientos que se les transmiten parecen ser insuficientes, pues hoy se experimentan situaciones que antes no existían.

¿Cómo se experimenta la realidad hoy en día? Actualmente se comparte la realidad virtual con la externa, y no se puede decir que una sea más “real” que la otra, si ellos las viven con la misma intensidad.

Los niños interpretan y aprenden bajo nuevos esquemas que han sido construidos dentro de un entorno mediado por la tecnología. A los padres a veces les resulta imposible comprender la dinámica y las dimensiones de conflictos que viven los niños. Un ejemplo es el bullying por redes sociales o por celular.

Otro problema que cabe mencionar es que los niños están en contacto con información que aún no son capaces de procesar y asimilar, pero que sí les afecta. En esta época los niños están más conscientes de lo que pasa en su contexto, a nivel político, social, mundial, etcétera, pero también familiar. Saben cuáles son los problemas económicos, laborales y emocionales de sus padres. Esto genera angustia, pues viven, escuchan y visualizan la información a su alcance. Ellos aún no saben cómo manejar y desechar la información que no les es útil o que les es nociva. La inocencia, efectivamente, está en juego, y al ser imposible mantener a los niños ajenos al caudal de información que fluye alrededor suyo, lo importante es la capacidad de los padres para acompañarlos en el procesamiento de esas experiencias y saberes.

En este escenario de velocidad, inmediatez y apego a lo material, los niños viven bajo la presión social de ser muy competentes para poder llegar a “ser alguien”; esto en un mundo que ya no garantiza el éxito si se estudia o se obedecen ciertas normas. Ello podría desembocar en adicciones, altos índices de suicidio, anorexia y depresión en edades cada vez más tempranas.

Si tomamos en cuenta todo esto, podemos concluir que los niños necesitan, hoy más que nunca, de un adulto que les ayude a interpretar el mundo, sin descalificar sus propias formas de aprehenderlo.

Las diferencias entre adulto y niño en la actualidad se conservan: las responsabilidades, las obligaciones, el flujo económico, la autoridad, siguen siendo atributos de los adultos.

Mientras los padres asuman su papel y sean coherentes con sus reglas y su forma de vivir, sin dejarse vencer por la apresurada vida de nuestra época, hay mucho que esperar de la infancia del siglo XXI. Los niños se adaptan a su entorno con los recursos que traen de nacimiento, mucho mejor que los adultos nacidos antes de todos estos cambios.

Entrevistas:
Dra. Carmen Guzmán de Espejo, terapeuta familiar especialista en niños y adolescentes.
Dra. Martha Duarte, psicoanalista especializada en niños.

Fuentes:
Bower, Lorena. (2009). “El niño en el contexto posmoderno”. Facultad de Ciencias Humanas. Universidad Nacional de San Luis.
García, Felipe, et al. (2008). “Nativos digitales y modelos de aprendizaje”. En http://spdece07.ehu.es/actas/Garcia.pdf Revisado el 24 de febrero de 2012.

Publicado por thinkcreativeidea

Marketing & Advertising Teacher blogger. Entrepreneur, Consultant, Director Think Creative Idea. Urban Ninja trend hunter. http://thinkcreativeidea.net

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