Por un lado, Kennedy era un joven carismático que supo utilizar el impacto de la televisión, además del apoyo de la imagen de su esposa Jaqueline. De hecho, tan importante fue su campaña que se hizo un documental sobre ésta. Por el otro lado, Nixon se convirtió en una imagen de un mal producto. No era muy hábil al hablar en público, no sabía cómo comportarse frente a una cámara, su imagen no era atractiva y, de hecho, era hasta ruda.
Kennedy ganó la presidencia por un amplio margen de votos. Tiempo después, Nixon intentó ser gobernador de California pero también perdió esta contienda.
La carrera de Nixon parecía haber terminado. Atado a una imagen conservadora y aliada a administraciones pasadas, Nixon había llegado lejos como embajador y vicepresidente pero no había logrado el puesto más alto: la presidencia.
Sin embargo, tiempo después todo dio un giro a su favor. Volvió a postularse para la presidencia como candidato republicano en 1968 y, a pesar de la historia pasada, esta vez ganó por una significativa diferencia en los votos.
En ese momento se convirtió en un caso de marketing: Cómo algo que parecía ser un mal producto tuvo éxito. Cabe mencionar que se reeligió al final de su primer periodo.
Su éxito y entrada a la presidencia fue el resultado de una campaña estratégica que supo aprovechar la situación del momento y que convirtió lo que parecía desventaja en una gran ventaja para Nixon.
En medio del desánimo social por el asesinato de Kennedy, y en medio de una desaprobada guerra, Nixon cambió un poco su imagen y ya no se hizo parecer como un hombre extremadamente conservador. Ahora, parecía un político moderado con ideas sociales y políticas innovadoras. Además, utilizó como slogan de su campaña aquello que la sociedad de EE.UU. más necesitaba escuchar en ese momento: Ley y Orden.
Y, ciertamente, su administración trajo consigo grandes cambios que aquel país esperaba, y quizá necesitaba. Se eliminó el servicio militar obligatorio, se mejoraron las relaciones con China y Rusia, entre otras acciones.
Desde entonces, aquellos que se dedican al marketing y a la publicidad en EEUUA tienen una frase que recuerda a la historia de Nixon. Una frase que representa lo difícil que puede ser un producto, el verdadero reto que puede ser venderlo, y que aun así tenga éxito. Es por eso que ante situaciones que se parecen a este caso, suele decirse entre colegas: You have a Nixon.*
Fuente: HSM